Hace unas semanas atrás jóvenes de entre 19 a 24 años me pidieron si podíamos compartir un desayuno, el motivo era analizar y darles mi opinión sobre su futuro laboral y profesional, dado que lo que estaban estudiando en facultad y en su desarrollo profesional / laboral, si bien era su pasión, no eran carreras y profesiones con la que seguramente tengan importantes ingresos salariales, entonces, ¿seguir o cambiar?
La verdad, siempre es una consulta muy difícil de desarrollar y contestar. En mi caso, soy Licenciado en Sistemas e inicié mi carrera muy joven en IBM, pasando luego por Telecom, Metrogas, Pérez Companc, Telecom Personal, Microsoft y Claro, todas estas empresas en Argentina, finalizando mi carrera corporativa, pasados 35 años desde el inicio, en Claro Uruguay en el 2015 y desde ese momento soy Socio de IBF Negocios, ahora bien, como dije, mi título universitario es de Licenciado en Sistemas, sin embargo durante mi carrera laboral, exitosa por cierto, jamás escribí una línea de sistemas, ni hice absolutamente nada relacionado a lo que estudié, quizás en forma natural, al momento de tomar la decisión, fui por el camino de lo que me gustaba (las áreas comerciales, NO de Sistemas). Sinceramente, no puedo quejarme de mis ingresos durante mi carrera, dado que inicié mi carrera como técnico en IBM y finalicé como Director General de Claro Uruguay, destacando que profesionalmente me divertí durante toda mi carrera, incluyendo en la actualidad, haciendo lo que me gusta, pues levantarte a las 6 / 7 de la mañana y arrancar con toda la energía porque lo que te espera por delante es lo que te gusta, para mí es muy importante.
Ahora bien, volvamos al motivo del desayuno, ¿qué pasa cuando lo que te gusta, a diferencia de mi caso, no te genera importantes ingresos, ni te dará una carrera corporativa de largo plazo?
Como ejemplo concreto, mi mejor amiga, Graciela Pesce, fue maestra jardinera en Argentina, le encantaba la música y desarrolló “Tango para chicos”, ella hizo feliz a centenares de niños, tenía un ingreso muy bajo (profesor estatal en Argentina), era tremendamente pobre (o no, según con el cristal que se lo miré), lamentablemente en el 2020, después de una larga batalla, que no pudo ganar, el cáncer la venció, pero definitivamente era una de las personas más felices que conocí.
También, ya pisando mis 60, tengo contacto aquí en Uruguay y en Argentina, con conocidos y amigos, cuyos patrimonios rondan entre U$S 1M y U$S 100M (1 a 100 millones de dólares) y, cuando converso con ellos, no de este tema en particular, puedo deducir que la felicidad no depende de los ingresos, de su patrimonio o de su carrera profesional, algunos de ellos muy felices y satisfechos con sus vidas personales y profesionales, pero otros muy alejados de la felicidad que pensamos puede dar a las personas el tener esos importantes ingresos, carrera profesional, ser “exitosos”, dado que definamos “éxito” asociado a estar entre 8 y 18 hs diarias haciendo algo que quizás no te gusta, algo que no te da satisfacción, ganas dinero, pero se te pasa el “tiempo”.
Si, si, si, es verdad, la mayoría tendemos a pensar que es mejor tener un piso en Pocitos y un auto de alta gama, a ser profesor de una escuela estatal, es verdad, pero ¿a qué costo?, porque la vida pasa y de pronto evaluamos que “se nos fue la vida” haciendo algo que no nos gustaba, que se nos fue el “tiempo”, que no desarrollamos las actividades y pasiones que nos gustaban y de pronto con el patrimonio queremos “comprar tiempo”, pero no hace falta aclarar que el tiempo que pasó, pasó…